jueves, 30 de mayo de 2013

¿Quién dijo que en el fútbol no había doping?

@yagoarauz

La televisión pública holandesa ha vuelto a poner sobre la mesa el que muchos consideran el mayor caso de dopaje de la historia del fútbol. El que debió ser para el deporte rey como el caso Festina para el ciclismo y que, sin embargo, nunca logró sacar al balompié de la edad de la inocencia –en términos de dopaje entiéndase–. Hablo del uso sistemático de EPO y otras sustancias prohibidas por parte de la Juventus de Turín entre 1994 y 1998, una de las épocas doradas de la ‘Vecchia Signora’.

El documental emitido el pasado domingo está dedicado a la final de la Copa de Europa de 1996, ganada por la Juventus ante el Ajax en la tanda de penaltis. No es que se muestren nuevas pruebas, simplemente se da voz a una realidad que siempre se quiso hacer olvidar. Para ello cuentan con Raffaele Guariniello, el fiscal que llevó a cabo la investigación; Giuseppe d'Onofrio, el perito que analizó la sangre de los jugadores; y Sandro Donati, consultor experto de la Agencia Mundial Antidopaje.

En sus documentos, d’Onofrio, muestra como los valores sanguíneos de los jugadores ‘bianconeros’ no se pueden considerar normales. “Sus niveles de hemoglobina –dice d’Onofrio– experimentan un incremento entre febrero y mayo que no se puede explicar sin el uso de EPO o transfusiones de sangre”. En la misma línea Donati afirma que “es un caso muy claro porque diversos jugadores tienen los valores altos. La probabilidad de que todos los atletas tengan de forma natural, sin la ayuda de medicamentos, estos mismos valores en el mismo periodo son cero”.

Pero Donati aún va más allá, y en el portal italiano ilfattoquotidiano.it explica que su razonamiento es más complejo: “Mi convicción personal es que la Juventus hizo algo, pero lo mismo es cierto para otros equipos. El dopaje estaba muy extendido en esa época pero, por desgracia, el fútbol siempre ha sido intocable”. Tal es la omertà, que el fiscal Guariniello, por su parte, llega a decir que “es más fácil encontrar un confeso en los procesos contra la mafia que en los de dopaje”.

Antecedentes

Todo empezó en julio de 1998, cuando Zdenek Zeman, entonces entrenador de la Roma, afirmó en una entrevista que el fútbol italiano debía salir de la farmacia. A raíz de estas declaraciones el fiscal Guariniello inició las investigaciones que probaron el uso de doping en la Juventus. Se descubrieron hasta 281 tipos de fármacos a disposición de los médicos de la Juve, algo más propio de un hospital que de un club de fútbol.

En la sentencia judicial de noviembre de 2004, el juez Giuseppe Casalbore declaró culpable al doctor Ricardo Agrícola, jefe de los servicios médicos del club, por fraude deportivo y suministro de sustancias prohibidas, incluida EPO. Sin embargo, lo que en otras disciplinas deportivas habría supuesto graves sanciones y retirada de trofeos –en los cuatro años la Juve ganó tres Ligas, una Copa de Europa y una Intercontinental– aquí, a la práctica, no supuso nada.

Pero, aun así, resultaba muy fea dicha mancha en el historial de la ‘Vecchia Signora’. Por eso, al cabo de un año el Tribunal de Apelación de Turín decidió absolver a Agrícola al no estar estipulado por ley el fraude deportivo –ya ven, como en España con la Operación Puerto–. Es más, tras siete años de investigaciones, el único que terminó condenado en el caso fue el titular de la farmacia que vendía las medicinas a la Juventus, Giovanni Rossano, que se declaró culpable y pactó la pena. Ya saben que la mafia nunca deja cabos sueltos.

La Fiscalía volvió a recurrir, pero ya conocen la velocidad que siguen los procesos judiciales… El caso se alargó hasta marzo de 2007, cuando el Tribunal Supremo de Italia reconoció que hubo dopaje en la Juventus, pero se negó a celebrar un nuevo juicio porque el delito había prescrito. Caso cerrado. Todos los implicados quedaron libres y sin cargos, porque un mes antes, y solo un mes, sus delitos habían prescrito.

Más allá del veredicto

Lo más significativo del proceso judicial fueron los testimonios de los futbolistas. Jugadores de la talla de Del Piero, Deschamps, Roberto Baggio o Zidane, desfilaron ante el tribunal para ofrecer una misma respuesta: “No recuerdo”. Tan absurdas y poco convincentes fueron sus explicaciones, que el juez Casalbore sostuvo que mentían, y la Fiscalía llegó a plantearse procesarlos por perjurio –algo que nunca llegó a suceder–.

Pero el juicio dio para mucho más que una simple sentencia. Aunque ésta se refiriera exclusivamente a la Juventus, de los centenares de testimonios escuchados en las audiencias se dedujo que el dopaje estaba relativamente extendido en el mundo del fútbol, al menos en Italia. El entonces presidente de la Agencia Mundial Antidopaje, Dick Pound, acusó al aún presidente de la FIFA, Joseph Blatter, de "cerrar los ojos ante la contaminación del fútbol, que ha escondido el dopaje". Blatter se mostró contrario a despojar a la Juve de sus títulos, mientras Pound cargaba duramente contra los jugadores ‘bianconeros’: "En este asunto hay pocos inocentes, porque ¿quién se cree que los jugadores no sabían lo que tomaban y que todo es culpa de un médico alocado?".

El papel de la UEFA

Pese a todo, lo más grave del asunto es lo que se ha hecho desde entonces para tratar de garantizar la limpieza del fútbol, es decir, absolutamente nada. La UEFA consideró que se trataba de un caso aislado, y que el dopaje no era muy útil para el fútbol. Algo que la FIFA refrendó al declarar que los análisis de sangre no eran necesarios en el balompié. De ahí que, a día de hoy, sigan sin hacerse controles sanguíneos.

Pues bien, para no ser muy útil, la EPO le sirvió a la Juve para llegar a tres finales consecutivas de la Copa de Europa. Además, son varios los estudios que demuestran los beneficios que produce en las prestaciones de un futbolista. He aquí un pequeño extracto que sirve de ejemplo:

Con la EPO o sus derivados se puede incrementar el VO2max de un deportista hasta en un 10%, algo difícil de conseguir sólo con el entrenamiento. En el fútbol, un aumento del VO2max de un jugador de campo se reflejaría sobre todo en una mayor capacidad de recuperación después de cada sprint o carrera de alta intensidad. Así, su contribución al juego del equipo, con balón o sin él, sería mayor. Especialmente, en las segundas partes y las prórrogas. Por ejemplo, después de participar en un contraataque, un defensa podría retornar rápidamente a su posición defensiva en vez de desfondarse y dejar a su equipo en una situación comprometida. O un delantero, además de atacar e intentar meter goles, podría presionar a los defensas rivales durante todo el partido. - Alejandro Lucía, fisiólogo de la Universidad Europea de Madrid.

Sinceramente, solo un necio creería que el deporte rey está limpio. El dopaje está tan o más extendido que en deportes como el ciclismo y el atletismo, con la diferencia de que la omertà es aún más profunda, beneficiada por la permisividad de sus autoridades. Si la UEFA fuera seria en la lucha contra el dopaje empezaría por quitarle a la Juventus la Copa de Europa de 1996, la de la ‘Belle EPOque’ de la ‘Vecchia Signora’.

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