miércoles, 19 de octubre de 2011

25 años muy olímpicos

La inolvidable frase de Juan Antonio Samaranch “A la ville de… Barcelona” nos dio las olimpiadas y ya cumple los 25 años

Samaranch, el 17 de octubre del 86, cuando pronunció esas queridas palabras

El primer cuarto de siglo de una frase para la historia. Ya hace 25 años que la pronunció el catalán Juan Antonio Samaranch. Un hombre inmortal, también para la historia. Samaranch, falleció el pasado 21 de abril de 2010, dejando un legado espectacular. Pero sin duda, lo que más recordaremos del que fue Presidente del COI entre 1980 y 2001, es la frase que nos otorgó las primeras olimpiadas de nuestra historia. Y no porque Samaranch no hubiese llevado a cabo todo tipo de grandes gestas y logros, precisamente. Pero lo que aquella frase significó, lo que supuso, es algo irrepetible. 
 
A la ville de… Barcelona” implicó un cambio, un paso adelante, un “hola” al mundo que nos tenía por un país gris y enclaustrado en una dictadura interminable. El Marqués de Samaranch no sólo pronunció esa frase, sino que fue el artífice de que esa idea, ese proyecto, esa intención, pudiese tornarse en realidad. 
 
Las bodas de plata de una de las frases más fielmente recogidas en la memoria de los barceloneses nos transportan a aquél 17 de octubre de 1986, y es inevitable pararse por el camino y observar cómo ha cambiado todo. Pues todo cambia en 25 años. Barcelona es mejor ahora en muchos aspectos, también peor en otros, pero sobre todo, diferente. Y por supuesto, si tenemos que buscar uno de los motivos que más cambios significaron en la ciudad y especialmente en el deporte a nivel local, autonómico y estatal, no cabe duda de que las olimpiadas se llevan la palma. 
 
Hoy en día, Barcelona es cuna de algunos de los mejores deportistas del mundo. Es símbolo de trabajo, de buen hacer, de constancia…, y la mayor parte de la culpa del éxito actual se empezaba a cocer cuando Samaranch pronunciaba esas divinas palabras en la sede del Comité Olímpico Internacional. El homenaje a tan célebre frase, y a todo lo que supuso posteriormente, es, por tanto, un homenaje a Juan Antonio Samaranch. Sin él, no hubiese existido Barcelona’92.

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