Messi
normalmente es un jugador feliz. Reservado, tímido, incluso serio fuera de los
terrenos de juego, dibuja una sonrisa en su rostro cuando el balón empieza a
rodar en un estadio de fútbol. Marque o marre ocasiones, acostumbra a sonreir
como los 'jugones', que decía el mítico Andrés Montes: "Todos los jugones
sonríen igual".
Ni tan siquiera las faltas y golpes continuados suelen alterar al delantero. Es consciente de que son gajes del oficio, inherentes a su condición de mejor jugador del mundo. Sin embargo, hay situaciones excepcionales en que el argentino deja constancia de que también atesora un fuerte carácter. En concreto, Messi ha mostrado su rabia en dos tipos de circunstancias: las grandes citas y los partidos muy espesos.
Fuerte carácter, de ganador
Dos ejemplos de relevantes compromisos en que Messi hizo gala de su temperamento se remontan a la temporada 2010/11. En la final de Champions contra el Manchester United en Wembley, golpeó con fiereza el banderín de córner y una valla publicitaria después de marcar el segundo gol del Barça. Semanas antes había chutado un balón contra la grada del Santiago Bernabéu, en un choque de Liga que terminó 1-1.
El segundo caso de excepcionalidad se da en los partidos más espesos del argentino. Son pocos, pero existen. El encuentro del sábado contra el Granada es un ejemplo claro. Messi estuvo poco acertado. Sin Xavi ni Iniesta y con los de Anquela muy bien posicionados, los balones no le llegaban con la misma calidad, ni en abundancia.
El rifirrafe con Villa, cosas de la competición
Al término de la primera parte, el delantero recriminó un mal pase a David Villa, fruto de la frustración por las dificultades que encontraban contra el Granada. También tuvo alguna enganchada con jugadores rivales. Cuando Xavi marcó, cerca del límite del tiempo reglamentario, Messi chutó el balón con rabia, dentro de la propia portería rival. Se deshaogaba después de un choque muy trabado. Luego, provocó un gol en propia puerta del Granada que rubricó la victoria. Messi se relajó, y terminó sonriendo de nuevo.
Declaraciones
Tras el choque, Leo Messi se fundió en un abrazo con Villa y quitó importancia al rifirrafe: "No tengo ningún problema con el 'Guaje', al contrario". "Son cosas del partido, de querer hacer el primer gol para que todo sea más fácil. Es algo normal. También pasa en los entrenamientos, pero la gente no lo ve porque no se televisa", argumentó Messi, que sentenció contundente: "Tenemos un vestuario espectacular".
Ni tan siquiera las faltas y golpes continuados suelen alterar al delantero. Es consciente de que son gajes del oficio, inherentes a su condición de mejor jugador del mundo. Sin embargo, hay situaciones excepcionales en que el argentino deja constancia de que también atesora un fuerte carácter. En concreto, Messi ha mostrado su rabia en dos tipos de circunstancias: las grandes citas y los partidos muy espesos.
Fuerte carácter, de ganador
Dos ejemplos de relevantes compromisos en que Messi hizo gala de su temperamento se remontan a la temporada 2010/11. En la final de Champions contra el Manchester United en Wembley, golpeó con fiereza el banderín de córner y una valla publicitaria después de marcar el segundo gol del Barça. Semanas antes había chutado un balón contra la grada del Santiago Bernabéu, en un choque de Liga que terminó 1-1.
El segundo caso de excepcionalidad se da en los partidos más espesos del argentino. Son pocos, pero existen. El encuentro del sábado contra el Granada es un ejemplo claro. Messi estuvo poco acertado. Sin Xavi ni Iniesta y con los de Anquela muy bien posicionados, los balones no le llegaban con la misma calidad, ni en abundancia.
El rifirrafe con Villa, cosas de la competición
Al término de la primera parte, el delantero recriminó un mal pase a David Villa, fruto de la frustración por las dificultades que encontraban contra el Granada. También tuvo alguna enganchada con jugadores rivales. Cuando Xavi marcó, cerca del límite del tiempo reglamentario, Messi chutó el balón con rabia, dentro de la propia portería rival. Se deshaogaba después de un choque muy trabado. Luego, provocó un gol en propia puerta del Granada que rubricó la victoria. Messi se relajó, y terminó sonriendo de nuevo.
Declaraciones
Tras el choque, Leo Messi se fundió en un abrazo con Villa y quitó importancia al rifirrafe: "No tengo ningún problema con el 'Guaje', al contrario". "Son cosas del partido, de querer hacer el primer gol para que todo sea más fácil. Es algo normal. También pasa en los entrenamientos, pero la gente no lo ve porque no se televisa", argumentó Messi, que sentenció contundente: "Tenemos un vestuario espectacular".
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