"El Árbol de la vida" de Terrence Malick |
Pero, dejémonos ya del contexto del film, y vayamos al grano. ¿Ante que estamos? En mi opinión ante una preciosa película sobre la vida, y también sobre la muerte, sobre la existencia, sobre la divinidad, sobre la educación, sobre la agresividad interior generada por la represión, y sobre la felicidad y la importancia del verbo amar. Durante esta película de tan bella factura, de impresionante fotografía, de ritmo tan pausado y de muy poco diálogo (Sean Penn no pronuncia ni una sola palabra), nos podemos encontrar con todos esos temas de fondo que se van sucediendo de manera continuada, siempre girando en torno a la idea de vivir. Mención especial merece la parte central del film, en qué se trata en profundidad el tema de la educación de manera magistral a través de un Brad Pitt-padre de familia que se aparta de su faceta habitual como actor seductor, para intentar enseñar a sus hijos como triunfar el día de mañana en la vida (cosa que él nunca hizo) a base de mano dura y de exigir obediencia. Pitt intenta ser un ejemplo de cómo comportarse, cuando sin darse cuenta está siendo todo lo contrario para sus hijos, creando una situación de conflictividad interna y reprimida. Se da por tanto gran importancia a la figura del padre de familia, que contrasta con la figura de la madre (Jessica Chastain), caracterizada por la alegría, las sonrisas y el mensaje de fondo de la película: “el único modo de ser feliz es amando”. Terrence Malick ofrece una nueva versión de su lado más humano, como pudo hacer ya hace más de una década en la cinta bélica “La delgada línea roja”, con la que también sorprendió al público. Una obra que se recomienda ver si no estáis buscando simple entretenimiento, y que seguro no sabrá ser apreciada por muchos.
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