lunes, 3 de octubre de 2011

Un Canto a la Vida

"El Árbol de la vida" de Terrence Malick
La controvertida nueva obra de Terrence Malick, "El árbol de la vida", es, cuanto menos, una sorpresa. Algo inesperado tanto a ojos del espectador de a pie, como para el cinéfilo más experimentado. Otra cosa es como de bien reciban la sorpresa unos u otros. Un film nada al margen de polémicas y de temas de debate, que ha contado con un señor presupuesto de Hollywood en manos de un director que ha podido hacer absolutamente lo que ha querido. Algo inusual, si no inédito, en nuestros días. Bajo un reparto de lujo, con Brad Pitt y Sean Peann a la cabeza, nos topamos con una película que normalmente sería un claro ejemplo de cine independiente. Sí, aquél del que se dice ser el único en que el director no está atado de manos y pies. Tan extraordianrio es el caso, que incluso se ha promovido una iniciativa (llamémoslo iniciativa, llamémoslo el último destello ingenioso del marketing cinematográfico) consistente en devolvernos el dinero de la entrada si a mitad de película no somos capaces de soportar en la butaca tan bella secuencia de imágenes “aleatorias” acompañadas de una celestial y más que bien escogida música clásica.

Pero, dejémonos ya del contexto del film, y vayamos al grano. ¿Ante que estamos? En mi opinión ante una preciosa película sobre la vida, y también sobre la muerte, sobre la existencia, sobre la divinidad, sobre la educación, sobre la agresividad interior generada por la represión, y sobre la felicidad y la importancia del verbo amar. Durante esta película de tan bella factura, de impresionante fotografía, de ritmo tan pausado y de muy poco diálogo (Sean Penn no pronuncia ni una sola palabra), nos podemos encontrar con todos esos temas de fondo que se van sucediendo de manera continuada, siempre girando en torno a la idea de vivir. Mención especial merece la parte central del film, en qué se trata en profundidad el tema de la educación de manera magistral a través de un Brad Pitt-padre de familia que se aparta de su faceta habitual como actor seductor, para intentar enseñar a sus hijos como triunfar el día de mañana en la vida (cosa que él nunca hizo) a base de mano dura y de exigir obediencia. Pitt intenta ser un ejemplo de cómo comportarse, cuando sin darse cuenta está siendo todo lo contrario para sus hijos, creando una situación de conflictividad interna y reprimida. Se da por tanto gran importancia a la figura del padre de familia, que contrasta con la figura de la madre (Jessica Chastain), caracterizada por la alegría, las sonrisas y el mensaje de fondo de la película: “el único modo de ser feliz es amando”. Terrence Malick ofrece una nueva versión de su lado más humano, como pudo hacer ya hace más de una década en la cinta bélica “La delgada línea roja”, con la que también sorprendió al público. Una obra que se recomienda ver si no estáis buscando simple entretenimiento, y que seguro no sabrá ser apreciada por muchos.

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